viernes, 12 de agosto de 2022

Novena María Reina: «Reina de los Patriarcas»

 




Novena María Reina: «Reina de los Patriarcas»

 

«Ser completamente transformados y de este modo tener ya en la tierra el Reino de los Cielos en vuestros corazones.» (Mensaje, 2 de julio de 2010)



Ut adveniat regnum tuum, adveniat regnum Mariæ!
¡Para que venga a nosotros tu reino, venga el reino de María!




San Lucas 1, 46-55

«Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, – como había anunciado a nuestros padres – en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.»







De AD CAELI REGINAM, de S.S. Pío XII

Con razón ha creído siempre el pueblo cristiano, aun en los siglos pasados, que Aquélla, de la que nació el Hijo del Altísimo, que «reinará eternamente en la casa de Jacob»[5]y [será] «Príncipe de la Paz», «Rey de los reyes y Señor de los señores», por encima de todas las demás criaturas recibió de Dios singularísimos privilegios de gracia. Y considerando luego las íntimas relaciones que unen a la madre con el hijo, reconoció fácilmente en la Madre de Dios una regia preeminencia sobre todos los seres.
Por ello se comprende fácilmente cómo ya los antiguos escritores de la Iglesia, fundados en las palabras del arcángel San Gabriel que predijo el reinado eterno del Hijo de María, y en las de Isabel que se inclinó reverente ante ella, llamándola «Madre de mi Señor», al denominar a María «Madre del Rey» y «Madre del Señor», querían claramente significar que de la realeza del Hijo se había de derivar a su Madre una singular elevación y preeminencia.
Por esta razón San Efrén, con férvida inspiración poética, hace hablar así a María: «Manténgame el cielo con su abrazo, porque se me debe más honor que a él; pues el cielo fue tan sólo tu trono, pero no tu madre. ¡Cuánto más no habrá de honrarse y venerarse a la Madre del Rey que a su trono!». Y en otro lugar ora él así a María: «… virgen augusta y dueña, Reina, Señora, protégeme bajo tus alas, guárdame, para que no se gloríe contra mí Satanás, que siembra ruinas, ni triunfe contra mí el malvado enemigo».
San Gregorio Nacianceno llama a María «Madre del Rey de todo el universo», «Madre Virgen, que dio a luz al Rey de todo el mundo». Prudencio, a su vez, afirma que la Madre se maravilló «de haber engendrado a Dios como hombre sí, pero también como Sumo Rey».
Esta dignidad real de María se halla, además, claramente afirmada por quienes la llaman «Señora», «Dominadora» y «Reina».
Ya en una homilía atribuida a Orígenes, Isabel saluda a María «Madre de mi Señor», y aun la dice también: «Tú eres mi señora».
Lo mismo se deduce de San Jerónimo, cuando expone su pensamiento sobre las varias «interpretaciones» del nombre de «María»: «Sépase que María en la lengua siriaca significa Señora». E igualmente se expresa, después de él, San Pedro Crisólogo: «El nombre hebreo María se traduce Domina en latín; por lo tanto, el ángel la saluda Señora para que se vea libre del temor servil la Madre del Dominador, pues éste, como hijo, quiso que ella naciera y fuera llamada Señora».






Mensaje, 2 de julio de 2010

“Queridos hijos, mi llamada maternal, que hoy os dirijo, es una llamada a la verdad y a la vida. Mi Hijo, que es la Vida, os ama y os conoce en verdad. Para conoceros y amaros vosotros mismos debéis conocer a mi Hijo, mientras que para conocer y amar a los otros debéis ver a mi Hijo en ellos. Por ello, hijos míos, orad, orad para que podáis comprender y abandonaros con espíritu libre y ser completamente transformados y de este modo tener ya en la tierra el Reino de los Cielos en vuestros corazones. ¡Gracias! ”






«Esta es la razón de la alegría de María. Cuando María menciona a Su Inmaculado Corazón, debemos recordar que Ella nunca fue tocada por el Pecado original, y tuvo una gracia infinita de Dios al no estar herida por ningún pecado. Es por eso que el Ángel en la Anunciación pudo saludarla diciendo «Dios te Salve María, llena eres de gracia». Ella siguió su vida sin ningún pecado personal. Es por ello que Ella es gracia pura. Nosotros no podemos imitar a María en este sentido porque todos hemos nacido en el pecado y estamos por lo tanto heridos por el pecado. A través del Bautismo nos liberamos del pecado pero los frutos del pecado siempre permanecen en nosotros. Entonces estamos aquí, incapaces de ser igual a Ella, pero hay muchas otras cualidades de María que podemos imitar y comportarnos como Ella lo haría. Ella dice, «Padre, que se haga Tu voluntad. He aquí la esclava del Señor», nosotros también podemos actuar así, y eso es lo que Ella quiere de nosotros. Quiere que nos decidamos a hacer la voluntad de Dios. Cuando esto sucede, empieza la victoria de Su Inmaculado Corazón. Todos los que, igual que María, se deciden por Dios y permanecen fieles a Dios, colocando a Jesús en el primer lugar en sus vidas, ya han creado las condiciones adecuadas para la victoria que Ella lleva en Su Inmaculado Corazón. Si nos preguntamos cómo es que surge esta victoria del Inmaculado Corazón, la respuesta es muy simple y clara. Aquel que se decide por Dios y que al hacerlo acepta a Jesús como el Camino, la Verdad, la Luz y la Vida y luego actúa por amor, hace su trabajo por amor, ora por amor y constantemente lucha contra el pecado y contra Satanás, ya tiene su victoria. Todos aquellos que incansablemente luchan contra todo lo negativo y se deciden por todo lo que es bueno también tendrán su victoria. El triunfo del Inmaculado Corazón empieza en nuestros corazones y por lo tanto al principio no se puede ver, pero aquellos que llevan esta victoria en sus corazones, podrán ayudar a los miembros de su familia, de sus comunidades y parroquias y a todos los que ellos encuentren durante su vida a experimentar y vivir esta victoria. En este Año del Jubileo, deberíamos creer, esperar y orar para que esta victoria, a la que se refiere María sea visible y así vencer al mal y a Satanás para que el reino de Dios pueda entrar en el mundo a través de nosotros» (Padre Slavko Barbaric, 26 de agosto 2000)






Oración a María Reina
(Imprimatur concedido por el Papa San Pio X el 8 de junio de 1908)

Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Angeles, a Ti que has recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de Satanás, pedimos humildemente que envíes legiones celestiales para que, bajo Tus ordenes, persigan a los demonios, los combatan por todas partes, repriman su audacia y los precipiten en los abismos.
Quien como Dios?
!Oh buena y tierna Madre, siempre serás nuestro amor y nuestra esperanza!
!Oh Divina Madre, envia a los Santos Ángeles para defenderme, y aleja de mi al cruel enemigo!
Santos Ángeles y Arcángeles defendednos y guardadnos.
Amén.






Letanía Reina de los Patriarcas

Patriarca es una palabra griega que significa padre o jefe.
Con el nombre de patriarcas se honra a algunos santos del Antiguo Testamento, elegidos por Dios como guardianes y depositarios de la fe en el futuro Mesías. Esta fe, avivada por las frecuentes revelaciones de Dios, fue transmitida por los Patriarcas a sus descendientes como un faro de luz en medio de las tinieblas de la ignorancia y del pecado.
También en los siglos cristianos se da por analogía el nombre de Patriarca a los santos Fundadores de las más famosas Ordenes Religiosas, puesto que también ellos engendraron espiritualmente a la vida de la perfección evangélica a muchas almas.
Los Patriarcas fueron figuras de Jesucristo, y por ende, representaron también a María, copia fiel de su Hijo…
Simbolizada en Noé, único padre salvado del diluvio y destinado a repoblar el mundo; María, única preservada del naufragio universal de la culpa, toda santa, renovó moralmente al género humano y contribuyó a reparar los daños causados por el primer pecado.
Abraham, padre de los creyentes, dispuesto a sacrificar a su unigénito, fue una pálida figura de María Santísima dotada de la más viva Fe y de la más perfecta obediencia. Madre amorosa que sacrificó a su unigénito Hijo para la redención del género humano en el Altar de la Cruz.
Moisés, quien hablaba con Dios como con un amigo, es comparado a María Santísima, no solo amiga, sino también Madre de Dios, que vivió con Él con aquella confidente autoridad que nacía de su ser de Madre.
La mujer fuerte de la Sagrada Escritura, (Proverbios) es una imagen de María Santísima, tabernáculo viviente de Dios.
Y hablando del glorioso Patriarca San José, esposo purísimo de la Virgen Inmaculada, aunque él no cooperó a la generación del Verbo encarnado, sí contribuyó principalmente a cuidar y alimentar al Dios – Hombre, y fue testigo continuo de las acciones de Jesús y de María; atento escucha de sus palabras, compartió con Ellos durante muchos años los gozos y las penas, las esperanzas y el amor a Dios y a los hombres.
San José es la sombra y el reflejo del Eterno Padre, él ocupa en la tierra su lugar y Cristo reconoce los derechos paternos de José.
El Papa Pío IX, para poner su persona y la de todos los fieles bajo la protección de San José, por Decreto del 8 de Diciembre de 1870, lo nombró solemnemente Patrono de la Iglesia Universal.
¡Madre Santísima, Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros!





Oremos con el Padre Slavko:


«Dios, Padre Nuestro, Dios de la Vida, Dios de la Paz, Dios del Amor y Dios de la Alegría, en nombre de Tu Hijo Jesús, junto con María, Te pedimos que nos libres de toda tristeza que proviene del pecado y de las heridas del pecado, y que llenes nuestros corazones con Tu alegría. Danos una profunda humildad para que estemos dispuestos a aceptar y vivir Tu voluntad para que la victoria que María ha experimentado en Su Inmaculado Corazón también tenga lugar en nuestros corazones. Danos, Oh Padre, la fuerza de convertirnos en hombres de paz, de amor, de justicia, de misericordia y así poder ser testigos de Tu Victoria en este mundo. En nombre de Tu Hijo Jesús, renunciamos a todo pecado, a Satanás y a todas sus obras, y queremos formar nuestras vidas aquí en la tierra con María, Tu más Humilde Sierva. Te pedimos, oh Padre, por todos aquellos que aún tienen sus corazones cerrados para Ti, debido a la tristeza, al temor , a sentimientos negativos, al odio, envidia, dependencias o están heridos y por lo tanto no pueden seguir el camino de María hacia Ti. Te pedimos que bendigas a todas las personas con las que nos encontramos para que podamos ayudarlas a seguir el camino de la victoria que María ha mencionado en este mensaje. Danos el amor y la fuerza para poder hacer todo por amor a Ti y Tu Reino. Haznos capaces de convertirnos en Tus testigos en nuestras familias, en nuestras parroquias, en la Iglesia y en el mundo para que estemos dispuestos a dar testimonio de Tu amor como hijos Tuyos. María, gracias por la alegría que compartís con nosotros. Te damos gracias por la victoria que Tu Corazón Inmaculado alcanzó por nosotros y ayúdanos, con Tu intercesión y con Tu bendición maternal a ser verdaderamente hijos Tuyos y y buenos alumnos en esta escuela de amor, para que todos podamos ser una bendición para el mundo. Junto con María, Te pedimos Jesús que nos ayudes a nosotros y al mundo entero. Ayúdanos a liberarnos de todo pecado y de todo mal, para que así, igual que María, podamos decidirnos completamente por Dios. Que así sea. Amén.»
(Fray Slavko Barbaric, Medjugorje; 26 de agosto 2000)






Oración Final

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos.
Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de todos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.








Misterios de Gloria








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Oración al Espíritu Santo


Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén






* Señor Ten Piedad (cantado o “Yo confieso…”)


* Credo







 




Primer Misterio de Gloria


La Resurrección de Nuestro Señor  Jesucristo: Gloria al Padre



“…Yo soy su Mamá y deseo que siempre estén cerca del Padre, a fin de que El conceda siempre abundantes dones a sus corazones. Gracias por haber respondido a mi llamado!”  

(Mensaje, 31 de enero de 1985)






*  *  *






2º Misterio de Gloria


La Ascensión del Señor a los cielos: Gloria al Hijo



“¡Queridos hijos! Hoy deseo envolverlos con mi manto y conducirlos a todos hacia el camino de la conversión. Queridos hijos, les ruego, entreguen al Señor todo su pasado, todo el mal que se ha acumulado en sus corazones…”

(Mensaje, 25 de febrero de 1987)





*  *  *






3º Misterio de Gloria


La venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y María Santísima: Gloria al Espíritu Santo



“…Oren al Espíritu Santo para que El los ilumine. Si ustedes supieran cuántas gracias les concede Dios, orarían sin cesar. Gracias por haber respondido a mi llamado!”

(Mensaje, 8 de noviembre de 1984)












4º Misterio de Gloria


La Asunción de María Santísima a los cielos: Salve Madre



“…Yo deseo que ustedes comprendan que esta vida dura poco en comparación con la del Cielo. Por tanto, queridos hijos, decídanse hoy nuevamente por Dios. Sólo así podré mostrarles cuánto los amo y cuánto deseo que todos ustedes sean salvados y estén Conmigo en el Cielo. Gracias por haber respondido a mi llamado!”

(Mensaje, 27 de noviembre de 1986)





*  *  *










5º Misterio de Gloria


La Coronación de María como Reina y Soberana sobre todo lo creado: Salve Reina 



“…Queridos hijos, ayuden a mi Corazón Inmaculado a triunfar en este mundo tan pecador. Yo les imploro a todos ustedes que ofrezcan oraciones y sacrificios por mis intenciones, para que Yo pueda presentárselos a Dios por lo que sea más necesario. Olviden sus deseos, queridos hijos, y oren por lo que Dios desea, no por lo que ustedes desean. Gracias por haber respondido a mi llamado!”

(Mensaje, 25 de septiembre de 1991)





*  *   *

 









*  *  *




Oraciones Finales Santo Rosario 



+ 1 Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria por el Santo Padre



+  Salve por las intenciones de la Reina de la Paz















*  *  *




+ Letanías de la Santísima Virgen  



Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad.

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.


Dios, Padre celestial, 

ten piedad de nosotros.

Dios, Hijo, Redentor del mundo, 

Dios, Espíritu Santo, 

Santísima Trinidad, un solo Dios,


Santa María, 

ruega por nosotros.

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las Vírgenes,

Madre de Cristo, 

Madre de la Iglesia, 

Madre de la misericordia,  

Madre de la divina gracia, 

Madre de la esperanza,  

Madre purísima, 

Madre castísima, 

Madre siempre virgen,

Madre inmaculada, 

Madre amable, 

Madre admirable, 

Madre del buen consejo, 

Madre del Creador, 

Madre del Salvador, 

Virgen prudentísima, 

Virgen digna de veneración, 

Virgen digna de alabanza, 

Virgen poderosa, 

Virgen clemente, 

Virgen fiel, 

Espejo de justicia, 

Trono de la sabiduría, 

Causa de nuestra alegría, 

Vaso espiritual, 

Vaso digno de honor, 

Vaso de insigne devoción, 

Rosa mística, 

Torre de David, 

Torre de marfil, 

Casa de oro, 

Arca de la Alianza, 

Puerta del cielo, 

Estrella de la mañana, 

Salud de los enfermos, 

Refugio de los pecadores, 

Amparo de los migrantes,

Consuelo de los afligidos, 

Auxilio de los cristianos, 

Reina de los Ángeles, 

Reina de los Patriarcas, 

Reina de los Profetas, 

Reina de los Apóstoles, 

Reina de los Mártires, 

Reina de los Confesores, 

Reina de las Vírgenes, 

Reina de todos los Santos, 

Reina concebida sin pecado original, 

Reina asunta a los Cielos, 

Reina del Santísimo Rosario, 

Reina de la familia, 

Reina de la paz.



Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 

perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 

escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, 

ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 

Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.




ORACIÓN


Te rogamos nos concedas, 

Señor Dios nuestro, 

gozar de continua salud de alma y cuerpo, 

y por la gloriosa intercesión 

de la bienaventurada siempre Virgen María, 

vernos libres de las tristezas de la vida presente 

y disfrutar de las alegrías eternas. 

Por Cristo nuestro Señor. Amén.





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